el experimento de la esperanza

El experimento de la esperanza

El experimento de la esperanza.

El profesor Rudolf Bilz bautizó así un experimento con ratas de campo recién capturadas. Si uno de estos animales es arrojado a un barreño lleno de agua, cuyas paredes lisas no le permiten salir, a los quince minutos de nadar y agotarse, en pleno desconcierto, la rata muere a causa del stress.

En circunstancias normales, este tipo de ratas pueden nadar hasta 80 horas sin parar antes de ahogarse. De hecho, la causa de la muerte de las ratas antes mencionadas no es el esfuerzo físico, sino solamente el miedo mortal ante una situación sin salida.

Durante un estudio en Harvard en la década de 1920, el Dr. Curt Richter, colocó ratas en un charco de agua para probar cuanto resistían.

En promedio, se rendían y se hundían en 15 minutos. Pero justo antes de que se dieran por vencidas,
debido al agotamiento, los investigadores las rescataba, las secaban, las dejaban descansar durante unos minutos y las volvían a poner para una segunda ronda. Tras varias rondas haciendo todo esto ¿Cuánto crees que duraron? Recuerda: acababan de nadar hasta el cansancio y el fracaso hace apenas unos minutos.

¿Cuánto tiempo piensas?
¿Otros 15 minutos?
¿10 minutos?
¿5?
iNo!
¡60 horas!

No estas leyendo mal… ¡60 hrs de natación!

La conclusión a la que llegaron fue que, dado que las ratas CREIAN que serían rescatadas, exigían a sus cuerpos más de lo que antes pensaron fuera posible. La esperanza de que algo o alguien las salvaría las mantuvo con la fuerza suficiente como para aguantar hasta 7 veces más tiempo que cuando no contaban con esa idea.

Si la esperanza puede hacer que las ratas agotadas naden mucho más tiempo ¿Qué podría hacer por ti una mayor convicción acerca de ti mismo y de tus habilidades? 

Algo importantísimo ya no es solo mantener la esperanza en que ese «algo» o «alguien» nos ayude sino en mantener esa esperanza en nosotr@s mism@s también. En lugar de ahogarnos en un problema rápidamente, démosle unas cuantas vueltas. Tengamos en cuenta los recursos con los que contamos y las habilidades que tenemos. Tengamos esperanza de poder conseguirlo.

Como dijo el Dr. Julio Franks cuando estaba cautivo en un campo de concentración ¿Qué es lo primero que hare cuando salga de aquí? La esperanza de salir le enfocó en su consecución y este enfoque en sus actuaciones.

Quizás no todo se consiga, pero con la esperanza trabajaremos hacia un objetivo y multiplicaremos por mucho las opciones de lograrlo. Visualízate consiguiéndolo para que tus pasos se orienten hacia ese camino. ¡Si lo consigues perfecto! si no lo logras, al menos, lo habrás dado todo intentándolo.

¡Recuerda de lo que eres capaz!

¡Recuerda porque estás aquí!

¡¡Sigue nadando!!

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