NI TÚ NI YO
Un alumno estaba deliberando sobre un tema con su maestro cuando la discusión pasó a mayores y el discípulo comenzó a gritarle.
El maestro, lejos de enfadarse, mantenía la calma, algo que irritaba aún más al joven que, al ver que no podía defender su argumento, le gritó de nuevo.
– ¡Me voy de aquí! Cree que siempre tiene la razón y no es así, ¡no es así! ¡En realidad creo que es un inútil!
El maestro se mantuvo en silencio y cuando el alumno ya estaba a unos diez metros, para liberar su rabia, cogió una pequeña piedra y se la lanzó al maestro. Éste simplemente ladeó la cabeza para esquivarla.
Durante los siguientes días, el maestro estuvo pensando en qué podía haber pasado por la cabeza de aquel chico para hacer una cosa así, en cómo podía ayudarle a controlar su ira cuando no pudiera defender sus argumentos…
Por su parte, el discípulo, tras pasar el mal humor inicial, en cuanto llegó a su casa comenzó a llorar al pensar en lo que había hecho, en que pudo hacerle daño al maestro, en que había sido prisionero de la ira… Estaba tan arrepentido…
Y así pasaron dos semanas hasta que un día, el alumno volvió a llamar a la puerta del maestro. Éste le abrió con una sonrisa:
– Hola. ¡Qué alegría verte de nuevo! ¿Qué tal va todo?
– Pero, maestro, ¿no está usted enfadado conmigo?
– ¿Enfadado? No, claro que no.
– Pero… después de lo que hice, después de cómo me comporté, ¿por qué no está usted enfadado conmigo?
– Porque ni tú eres ya el que me tiró la piedra, ni yo soy ya el que estaba allí cuando la esquivó.
ANÓNIMO