Algo de lo que nos estamos dando cuenta los psicólogos últimamente y que, además, la verdad, estamos viviendo en nosotr@s mism@s es un cansancio que va mucho más allá de lo físico y que no se soluciona con dos días de sofá. Cuando hablamos de este tipo de cansancio nos referimos a la fatiga emocional.
Tras situaciones largas de alto estrés y con mucha demanda de energía (como este año ha sido la pandemia) llega un momento en que empezamos a darnos cuenta de que se nos olvidan mas las cosas, no somos capaces de hacer el trabajo que solíamos hacer, estamos más irascibles, más decaídos y con pocas ganas de hacer nada.
Esta fatiga es el resultado de exigirle a nuestro sistema más de lo que puede dar, o bien, de no darle tiempo suficiente para que se recupere entre los distintos problemas o situaciones.
Todos hemos pasado una situación altamente estresante, de hecho, aun la seguimos pasando. Ya sea el estrés de estar en casa, el de tener que ir a trabajar, estar solo todo el día o quizás estar con gente con la que no estamos a gusto. No saber si trabajare mañana, si mi familia esta bien o incluso el miedo a poder contagiarte.
Hemos tenido múltiples fuentes de estrés para las cuales hemos utilizado todas las energías que podíamos tener. Muchos, además, a parte de sacar esa energía para nosotr@s y l@s nuestr@s, por nuestras profesiones, hemos tenido que sacar mucha mas fuerza para los demás. Todo esto hace que incluso nuestras reservas de energía mas escondidas hayan quedado agotadas.
Ahora nos encontramos sin fuerzas y aunque estemos el fin de semana en casa seguimos agotados, sin ganas, sin ilusión, sin fuerzas.
¿Qué síntomas muestran que puedes sufrir fatiga emocional?
- Estado de nervios o incomodidad la mayor parte del día.
- Problemas de concentración y sensación de pérdida de memoria incluso en temas importantes que en otro momento de tu vida no hubieras descuidado u olvidado.
- Falta de motivación o bajo estado de ánimo.
- Sensación de estar sobrepasado y sin fuerzas para continuar.
- Problemas de sueño (insomnio de conciliación, mantenimiento o tardío).
- Problemas de alimentación (ya sea por exceso o por defecto)
- Consumo de sustancias (especialmente alcohol).
- Hipersensibilidad e irritabilidad.
- Episodios disociativos. Dificultad para conectar con el aquí y ahora. Sensación de no saber dónde estoy.
- Somatizaciones, como pueden ser dolores de estómago, espalda, cervicales o cabeza que no se van fácilmente con medicación.
Si no atajamos a tiempo todos estos síntomas podremos acabar en un trastorno depresivo mayor, una ansiedad generalizada o incluso un trastorno por estrés postraumático.
¿Qué podemos hacer para atajar estos síntomas?
- Pues lo primero es intentar parar. Hay que ponerse límites y ponérselos a los demás.
- Prioriza. Aunque aún tengas muchas cosas que hacer si sigues a este ritmo no podrás hacer nada así que, por favor, prioriza las cosas de tal manera que no hagas varias a la vez y puedas darte descansos. Seguro que hay cosas supuestamente urgentes que pueden esperar a mañana.
- Busquemos tiempo para hacer alguna actividad que previamente a todo el momento de estrés nos causase satisfacción; quedar con amigos, salir al campo, visitar la playa, leer. Nos vale cualquiera que ya sepamos que nos gustaba mucho pero que hemos dejado de lado.
- Hagamos algo completamente diferente a lo que normalmente hemos estado haciendo durante toda la época de estrés. Algo que rompa nuestros esquemas. Que sea totalmente distinto. Si nunca me he ido solo de vacaciones, ¡hazlo! Si nunca he hecho escalada; igual es el momento. Algo que rompa totalmente con nuestra rutina. Compaginando los puntos 3 y 4 recuperaremos por un lado fuentes de satisfacción y por otro romperemos con esa monotonía que nos ha llevado a la fatiga emocional.
- Expresa tus emociones. Con esto no digo solo que hables, sino que pintes, escribas, bailes…da igual la manera, pero intenta sacarlas. Hemos tenido un año durísimo, cargado de mil emociones que debemos poder sacar. ¿Qué te apetece gritar en la montaña? ¡Hazlo!
- Si una vez hecho todo esto necesitas ayuda, por favor, pídela. Habla con tu gente si ves que necesitas un “empujón”. Si ese “empujón” no es suficiente acude a los profesionales de la salud mental que estamos recuperándonos de nuestra fatiga para estar ahí al 100% con vosotr@s.
Por favor, si te sientes identificad@ con la fatiga emocional hazme caso. Cuida de ti, parar un poco ahora te va a traer mejores cosas que seguir en el agotamiento que ahora mismo estas sufriendo. Si no le ponemos solución ahora llegara un momento que ya no podamos ni levantar nuestro cuerpo de la cama. ¡Vamos a por ello!