Surgen situaciones en la vida que pueden generarte malestar, pueden interferir en tu calidad de vida, provocarte inseguridad. Puede que no te veas capaz de solucionarlas. A veces quizás sepas el origen y otras simplemente han aparecido un poco de repente.
Lo ideal siempre va a ser acudir a terapia lo antes posible, evitando así que el problema se enquiste. Sin embargo la terapia psicológica muchas veces no está bien vista y la gente tarda en venir. En mis años de experiencia me he encontrado varias razones distintas, pero quiero destacar las dos siguientes por ser las más habituales estadísticamente:
- “Mi problema le parecerá una tontería”. Si algo te incomoda, te asusta, te agobia,es decir, te impide básicamente ser feliz lo que hay que hacer es intentar eliminarlo o, al menos, minimizarlo de tal forma que puedas ser lo más feliz posible. Ningún psicólogo va a juzgarte, lo único que va a hacer es ayudarte. Si el problema es sencillo se tardara poco y si es algo más complicado pues un poquito más. En ningún caso tu problema es una tontería desde el mismo momento en que te genera malestar.
- “Si voy al psicólogo es que estoy loco”. Esta es la frase más escuchada por la mayoría de los psicólogos. Aunque a día de hoy y, afortunadamente, ya no existe tanto esta idea aún hay gente que opina que ir al psicólogo es cosa de “no estar bien de la cabeza”. Copiando y haciendo un símil de la película “Forrest Gump” así como el tonto es el que hace tonterías, el loco es el que hace locuras. ¿Acaso es una locura querer sentirte mejor contigo mism@? ¿Es una locura querer luchar por tus sueños? ¿Acaso estamos locos por querer ser felices?… por supuesto que no.
A continuación te planteo algunas situaciones bastante objetivas que pueden ayudarte a decidir si necesitas o te vendría bien acudir a un psicólogo:
- Si tienes problemas para conciliar el sueño y descansar.
- Te sientes agresivo, irritable, con cambios de humor que no se pueden controlar y que pueden llevar a generar situaciones complicadas.
- Te sientes agobiado, sobrepasado, angustiado ante las distintas situaciones de la vida.
- Sientes que cosas que antes te agradaban han dejado de hacerlo.
- No logras controlar tus emociones, dándose lugar estas en cualquier momento y sin capacidad para determinar sus causas (llanto, agresividad, rabia, miedo…).
- Surgen problemas físicos no explicables por razones médicas: dolores musculares, presión en el pecho, aumento de la frecuencia cardiaca, respiración acelerada, mareos, aumentos o bajadas de peso importantes etc….
- Se tienen pensamientos obsesivos, catastrofistas o negativos.
- Se siente incapacidad para resolver situaciones incluso aunque sean pequeños problemas diarios ya sea en el ámbito familiar, laboral o social.
- Se experimenta deseo de morir o sensación de que la vida ya no tiene sentido.
- Has experimentado alguna mala situación recientemente (fallecimiento, ruptura, problemas en el trabajo….).
Si consideras que necesitas ayuda no dudes en ponerte en contacto con un especialista, estaremos encantados de poder ayudarte y recuerda:
“La felicidad no es la ausencia de problemas,
sino la habilidad para salir adelante pese a ellos”