Esta frase, aunque pueda sorprender, es algo que escucho mucho en terapia. Afirmaciones como: “me adapto tanto a lo que quieren todos que ya no se si algo me gusta o no” “hice X pero no se por qué” “estoy con esta persona porque me dicen que es buena para mi” “me dicen que el problema soy yo”.
Muchas personas me dicen que no saben si realmente piensan lo que dicen o dicen lo que piensan. Comentan, incluso, que es como si tuvieran varias voces que le dices cosas contrarias y que realmente se vuelven “locos” intentando saber que es lo que realmente quieren, sienten o piensan.
Quizás a mucha gente esto le parezca peculiar, pero es más común de lo que creemos. ¿Actúo como quiero o como mis miedos me dicen? ¿no hablo con los demás porque no me gusta la gente o porque me da miedo que me dañen?, ¿no digo mi opinión por pereza o porque va a implicar entrar en conflicto y me asusta que me den de lado? ¿No salgo a bailar porque no me gusta o porque creo que hare el ridículo y no quiero? ¿me caso porque creo en el matrimonio o porque es lo que se supone que debo hacer? La verdad es que podría dar mil ejemplos.
La cuestión aquí es que luego surge ansiedad, depresión, fobias, disociación…porque al final nuestro sistema interno a parte de volverse tarumba va acumulando una tensión muy importante. Cuando hacemos cosas que en el fondo no queremos se crean en nosotros disonancias o incoherencias que muchas veces no sabemos ni podemos gestionar porque ni tan siquiera nos estamos dando cuenta de la razón por la cual suceden. ¿Si es el día de mi boda y lo que quiero es huir pese a que la persona con la que me caso todos dicen que es maravillosa? ¿Por qué si no me gusta bailar siento algo en el estomago que me dice «vamos a movernos»?
¿Como voy a sanarme sino se lo que me pasa? O más fácil aun… ¿cómo voy a curarme sino sé que es lo realmente me duele? ¿Me duele que mi novio X me deje por ser el o porque no quiero estar sola? La solución es distinta, porque si me duele X tendré un duelo, pero si pienso que me quedare sola para siempre quizás me mantenga en esa relación.
Cuando a mis pacientes les pregunto ¿Cómo eres? ¿Quién eres? Y sobre todo ¿Qué necesitas? Me miran extrañados, se dan cuenta de que han vivido tan automáticamente que no saben ni responderme a esa tres supuestas “sencillas” preguntas.
Conocernos a nosotros mismos nos permitirá entendernos, colocar las cosas y sobre todo dejar de considerarnos “raros” “locos” simplemente porque debido a quienes y como somos así como a lo que necesitamos quizás actuemos distintos a los demás…que os recuerdo… también suelen ir en automático.
Así que las tres primeras preguntas que debéis haceros es ¿Quién soy yo? ¿Cómo soy yo? ¿Qué necesito yo? Si no sois capaces de responderlas quizás un psicólogo pueda ayudaros.
Contestando esas preguntas, entendiendo nuestro pasado, poniéndolo todo en relación con nuestro presente podremos ver las coherencias/ incoherencias y una vez sabemos lo que estamos buscando, lo que necesitamos sentir, lo que realmente hay en nosotros podremos empezar a buscar soluciones reales.