Rompiendo patrones disfuncionales: ¿Te ha sucedido alguna vez que das siempre con el mismo tipo de persona o te suceden siempre las mismas cosas? ¿Has sentido como que “atraes” siempre lo mismo incluso no queriendo? Si la respuesta es un sí, claramente estas repitiendo patrones. La cuestión es por qué y cómo cambiarlo (siempre que no te guste lo que te llega).
Si nadie te hubiese dicho que el color del cielo es azul, ¿cómo lo llamarías?
Si nadie te hubiese dicho que una silla sirve para sentarse, ¿te sentarías?
Si nadie te hubiese dicho que no vales, ¿acaso dudarías de tu valor?
Si nadie te hubiese dicho que no eres capaz, ¿habrías dejado de hacer x?
Nuestra vida se sustenta sobre todo aquello que se nos ha dicho o hemos vivido. Cuando somos pequeños no hay nada que nos diga que esa información que nos llega es errónea así que nos la creemos como una verdad absoluta e indiscutible. Si nos lo planteamos, ¿por qué íbamos a dudar de lo que nos dicen?. No había razón para hacerlo porque no hay planteamiento de que haya opciones distintas.
Un ejemplo personal curioso: en mi familia se utilizaba el verbo “jimplar” Y dirás pero, ¿qué significa eso?. Durante muchísimos años pensé que todo el mundo conocía este verbo y cada vez que lo nombraba la gente me miraba extrañada. Al tiempo me di cuenta de que nadie conocía su significado porque realmente solo existía en mi familia. Para mí era una verdad tan absoluta que hasta discutía con la gente pensando que eran ellos los que desconocían tan bonito verbo. Pero no, era yo la que había creído su existencia sin ser real solo porque así me lo habían dicho (por si os pica la curiosidad en mi familia este verbo sería algo así como lloriquear).
En el ejemplo que os pongo afortunadamente no hay nada grave pero, ¿y si hemos aprendido cosas sobre nosotr@s tan dolorosas como falsas?.
“No valgo para nada” decía esa persona que cada vez que hacía algo su padre le comentaba que era muy torpe y que nunca hacia nada bien.
“No me merezco que me quieran” me comentaba esa paciente a la que su abuela le decía que ojalá se hubiese muerto porque no merecía estar viva.
“No soy suficiente” me comentaba esa persona cuando me narraba todos sus intentos para que su familia la dedicara una sonrisa y como nunca lo lograba.
Crecer con este tipo de creencias puede machacarnos de por vida.
-Si creo que no valgo para nada, descartaré mil oportunidades, daré por hecho que mejor quedarme con lo que tengo porque no hay opción de lograrlo.
-Si creo que no merezco amor, me quedaré con cualquier persona que me trate como quiera. No buscaré a quien me trate bien, sino que incluso me ataré a relaciones de maltrato porque al fin y al cabo es lo que merezco.
-Si siento que no soy suficiente, me desgastaré con todo y con todos para intentar llegar a significar algo para esas personas. Buscaré la perfección más absoluta y nunca la encontraré porque nada es suficiente.
Lo que mueve nuestra conducta son nuestras creencias así que en función de ellas así actuaremos.
Al final nos encontramos en un patrón de vida bastante terrible. Siempre me pasará lo mismo y daré con el mismo tipo de personas. Todo esto es bastante lógico puesto que nunca iré a por oportunidades o personas diferentes.
La manera que tenemos para modificar nuestras actitudes es modificando nuestras creencias tanto sobre nosotr@s mism@s como sobre el mundo que nos rodea. Con respecto a esto último, imagínate que:
Es importantísimo conocerse a un@ mism@ y empezar a poner en tela de juicio las creencias e ideas que se nos han instalado y determinar con cuales sigo de acuerdo y con cuales, hoy en día, no me siento a gusto o simplemente no quiero.
Lo primero para lograr salir de los círculos viciosos es quitarnos la venda y reconocerlos. Si cuando has leído este artículo contestaste “sí” a las preguntas, enhorabuena porque ya has hecho este primer paso, saber que eso está sucediendo.
Lo segundo es querer cambiarlo. ¿Cómo no voy a querer cambiarlo?, os asombraríais de la gente que aun dándose cuenta de cosas decide no cambiarlas por el esfuerzo que conlleva. Es fácil actuar como siempre incluso aunque el resultado sea negativo, pero que difícil es atreverse a actuar de manera distinta.
Lo tercero es empezar a conocernos DE VERDAD. ¿Es esto lo que realmente quiero?, ¿amo realmente a esta persona?, ¿me siento en paz con esta situación?. No es tarea fácil y en terapia nos llevará su tiempo. A veces tenemos tantas creencias sobre nosotr@s encima que nos es muy difícil lograr encontrar nuestro verdadero yo.
Lo último es ponerse a la acción. Una vez que nos conocemos bien y que vemos que creencias se nos despiertan con cada situación podremos, simplemente, hacer algo distinto y ver que sucede. Si siempre voy por el mismo camino a trabajar siempre veré más o menos lo mismo ¿no?, pues esto es igual. Tendré que cambiar lo que hago para ver que sucede y observar las opciones que se abren ante nuestros ojos.
Puede que no te cojan en el trabajo, pero ¡has ido!. Puedes aprender mejor que cosas buscan, como se hacen esas entrevistas. ¡Enhorabuena! Esa información las has obtenido porque has ido.
Puede que tu no le gustes a esa persona, pero ¡te has atrevido!. Puedes aprender que es lo que si quieres en alguien y que es lo que no o como actuar ante personas que te gustan. ¡Enhorabuena!, lo sabes porque te has atrevido.
Puede que hayas intentado sacarle una sonrisa a alguien y esta persona no haya sonreído. Puedes aprender que no todo depende de ti y que no es cuestión de hacer más o menos sino de asumir que no todo es nuestro. ¡Enhorabuena! Has logrado esto porque te has decidido dar en su justa medida.
Cambiar patrones no es tarea de un día y requiere tiempo, esfuerzo y dedicación. Estamos en la cultura de todo rápido, pero si llevas 30 años practicando una forma de creer y comportarte, ¿en serio crees que en pocos meses cambiarás radicalmente?.
Simplemente obsérvate y decide si estas repitiendo patrones que no te convencen ni agradan. Si esto es así empieza a poner remedio y si ves que sol@ no puedes, busca ayuda en los profesionales de la salud mental que estaremos encantad@s de ayudarte.
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